Todo el mundo salía ganando: los vendedores de burros, todas las industrias accesorias (herreros, fabricantes de monturas y albardas, constructores de caminos para burros), los notarios, el ayuntamiento, los bancos...
Si es competente, sabrá cuánto puede exigir a cada burro, cómo repartir la carga entre ellos, cómo hablarles, por dónde ir, el peso adecuado de las albardas, etcétera.