Escuchar opiniones incorrectas y no refutar las, e incluso escuchar expresiones contrarrevolucionarias y no informar sobre ellas, tomándolas tranquilamente como si nada hubiera pasado.
De hecho, sus instalaciones se han convertido en un centro promotor de actividades de subversión interna, entrenando y financiando a grupos contrarrevolucionarios.
De hecho, los contrarrevolucionarios existen todavía (no en cada localidad ni en cada entidad, por supuesto), y es preciso proseguir la lucha contra ellos.