Dédalo, fatigado, incansable, no se demoraba en prestarle consuelo, caminaba, creía reconocer ciertas esquinas iguales al resto, sentía que se iba acercando.
La mayoría de nosotros elegimos inconscientemente las palabras que utilizamos; caminamos como sonámbulos a través del dédalo de posibilidades de que disponemos.
Consigue sobrevivir cual nuevo minotauro en el implacable dédalo que le observa durante nueve años enteros, esperando impertérrito cualquier error para acabar con su vida.