Tiene derecho a que se sepa que percibe los mensajes no solo por su significado sino por su ritmo, pálpito, eufonía y el carácter de los pasos de los interlocutores.
Ya apurando el café, y casi sin querer, terminamos hablando de la oralidad, de lo anti-lírico, de la poesía civil y del miedo que tenemos a la eufonía.