No sólo fue demasiado humilde para convertirse en heresiarca, sino demasiado humano para aspirar a extremista, en el sentido de quien se destierra a los confines del mundo.
A los cien años de enunciado el problema, un pensador no menos brillante que el heresiarca pero de tradición ortodoxa, formuló una hipótesis muy audaz.
No constaba el nombre del heresiarca, pero sí la noticia de su doctrina, formulada en palabras casi idénticas a las repetidas por él, aunque - tal vez - literariamente inferiores.