Pasamos por un lugar en donde había un banco de cemento, uno de esos bancos blancos, sin respaldo, tan inhospitalarios los días fríos y tan incómodos los tibios.
O peor aún, como si fuera asesinado por la crueldad de los nuevos mercados, de las grandes superficies, de las inhospitalarias cadenas y la pérdida de diversidad en el gusto.