Esta alternancia (beso largo-beso corto) es muy positiva y enriquecedora pero, para que no se convierta en una rutina, transfórma los de vez en cuando en lameduras o pequeños mordiscos.
La transmisión al hombre se produce por la mordedura, arañazo o lamedura de heridas superficiales en la piel (abiertas o recientes) de un animal rabioso.