Un continente y otro renovando las viejas prosapias, en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua, ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.
Los había tiranos, mendigos, desterrados, menesterosos; prestigiosos por belleza, vigor, tenacidad, progenie o prosapia; también, para hombres y mujeres, vidas sin relieve alguno.
El buen gobernante prolonga el pasado en el futuro y conduce la nación a novedades que tienen siempre el aire, el estilo de la más rancia prosapia nacional.
El versificador no era un gaucho de prosapia oriental, sino un ignoto inmigrante gallego, que podía recrear, mejor que nadie, la más campera forma de hablar, con una extraordinaria fluidez.