Hicimos uso y abuso de la playa y, mientras requemábamos nuestra piel, el encandilamiento por nuestro poder creador hacía un boquete en la capa de ozono.
Casi sólo huele al requemado de un sol inclemente que dibuja separaciones demasiado lineales, increíblemente nítidas, cuando concede la misericordia de unas sombras.