La mecánica fue simple, se colocó un juego tipo tragamonedas frente a los mingitorios de bares y restaurantes, invitando al cliente a accionar el mecanismo para jugar.
Entre cumbres nevada, viñas desprovistas de hojas y el aire gélido de julio, los cálidos ambientes de los restaurantes de las casas vitícolas resultan una escapada cercana y certera.